La música en la ciencia


La música en la ciencia

Platón defendía que la música debía servir para calmar los trastornos del alma y los movimientos que experimenta un cuerpo lleno de imperfecciones. Pero aunque según el filósofo la música no está hecha para sentir placer, lo cierto es que la música suscita sentimientos y emociones placenteras en las personas.

Es la Psicología de la Música, una disciplina joven, y no muy difundida, la que estudia el comportamiento musical y lo que significa la música para el cuerpo, la mente, la emoción y el espíritu.

Josefa Lacarcel, doctora en Psicología Evolutiva, música y antigua profesora de Didáctica de la Expresión Musical, Psicología de la Música y Musicoterapia de la Universidad de Murcia, explica que existen tres regiones del cerebro implicadas en el reconocimiento de la melodía y el ritmo.

La actividad sensorial está ubicada en la zona bulbar del cerebro, donde se ubica la experiencia rítmica. En segundo lugar, el mensaje afectivo de la música está en la zona más profunda del cerebro, el di encéfalo, donde se localizan las emociones. Los diseños melódicos adquieren en él significación, y es aquí donde se despiertan todo un mundo interior de sentimientos. 
Aristóteles hablaba del valor médico de la música ante las emociones incontrolables. En nuestro día a día solemos escuchar eso de que la música amansa a las fieras, aunque esta expresión no se refiere a los animales salvajes, sino a lo que anida en lo más profundo de nuestro ser y se puede manifestar en cualquier momento, explica Josefa.
Según la investigadora, la música nos proporciona un nivel adecuado de bienestar y felicidad.Escuchar y hacer música desarrolla la sensibilidad, la creatividad, la capacidad de abstracción y nos ayuda a descubrir nuestro propio mundo interior, y además, facilita la comunicación con la otra persona, con el grupo o con el mundo que nos rodea, afirma.

Josefa Lacarcel insiste en que gran parte de la sociedad no es consciente de la importancia de la música, quizá porque la cultura occidental ha estado dominada por los estímulos visuales y ha relegado los auditivos. Esta sería la razón por la que no se la ha tenido en cuenta como medio de sanación, dice, y tampoco el efecto nocivo del exceso de ruido.
Muchas veces no podemos huir de ella, está por todas partes, en la calle, los centros comerciales, la peluquería, ascensores, incluso llega a ser agobiante, asegura. La polución sonora distorsiona nuestra capacidad de percepción. El ruido o la música a más de 100 decibelios pueden reventar las células del oído interno.

Base científica de la música
La música se ha desarrollado junto con otras disciplinas; su estudio está íntimamente relacionado con las Matemáticas y la Física. Hablar de música es hablar de espectros, frecuencias, resonancias, vibraciones y análisis armónico.
Debemos tener en cuenta que el sonido está formado por cuatro parámetros fundamentales: la tonalidad, la duración, la intensidad y el timbre.
La tonalidad es el resultado de la frecuencia de la onda sonora, es decir, de las vibraciones por segundo, lo que conocemos como hercios que se emiten, por ejemplo, por una cuerda de guitarra que vibra. Los sonidos pueden ser graves y agudos, de hecho, cuanto mayor sea la frecuencia, más aguda (o alta) será la nota.

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